La historia de Olivia refleja la importancia de la medicina preventiva y la confianza en los profesionales de la salud. Siempre estuvo en alerta debido a su historia familiar: su padre falleció de cáncer de colon, lo que la motivó a realizar controles periódicos con un gastroenterólogo. Fue durante estos exámenes que comenzaron a detectar pólipos. En 2019, uno de ellos resultó ser un pólipo sesil con una úlcera, aunque sin signos malignos. Sin embargo, en 2021, después de posponer los controles por la pandemia, regresó para realizarse un nuevo estudio y recibió un diagnóstico inesperado: cáncer neuroendocrino localizado en el recto.
La noticia tuvo un impacto profundo para Olivia. “Me asusté mucho. Mi padre había tenido un cáncer diferente, pero la palabra cáncer trae consigo muchos fantasmas”, relató. En medio de su incertidumbre encontró al Dr. Nicolás Avellaneda, quien no solo le brindó un plan claro, sino también contención emocional. “Avellaneda me ayudó muchísimo. Llamó a la oncóloga Julieta Graselli, consiguió una cita rápida, y en menos de dos meses ya estaba operada. Fue un proceso fluido a pesar del rebrote de COVID que hubo durante ese periodo”, recordó.
La operación pudo ser realizada por vía minimamente invasiva, y fue exitosa. La misma consistitió en sacar el segmento de recto donde estaba localizado el tumor, junto con los ganglios que estaban alrededor de ese segmento de intestino, realizando luego una unión entre el colon y el recto con una sutura mecánica, sin necesidad de realizar un ano contranatura.
Olivia estuvo cinco días internada, acompañada por sus hijas. “Tuve algo de dolor, pero tenía unas incisiones muy chiquitas y evolucioné rápidamente. No tuve que hacer tratamientos adicionales debido a que el cáncer era poco agresivo y estaba localizado”, explicó. Ahora, solo se somete a controles semestrales para monitorear su salud, los cuales hasta el momento han mostrado resultados favorables, a 4 años de la cirugía.
El camino no fue fácil. Olivia recuerda el shock inicial y las emociones encontradas. “Fue como encontrarme con un monstruo. Lloré mucho, pensaba que iba a morir. Pero luego me calmé y me concentré en accionar, en hacerme los estudios necesarios. Esa acción me ayudó a no paralizarme. Como dice siempre el Doctor Avellaneda, hay que ocuparse, no preocuparse”, confesó.
En la misma línea, destacó la importancia de la medicina preventiva, un hábito inculcado por su madre. “El cáncer es silencioso y detectarlo a tiempo hace la diferencia. Es fundamental hacerse chequeos periódicos y enfrentar la situación con valentía”, afirmó. Hoy, más confiada y tranquila, Olivia vive agradecida por el equipo médico que la acompañó en este desafío y por la oportunidad de seguir adelante.
“El Dr. Avellaneda fue clave en mi recuperación. Su empatía y profesionalismo hicieron que me sintiera contenida y respaldada en todo momento, y aún hoy, varios años posteriores a la cirugía, nos seguimos comunicando por teléfono y nos vemos en consultorio para controlarme y charlar”, concluyó Olivia, quien se encuentra en buen estado de salud y disfrutando de su arte.