En 2022 Matías comenzó a notar cambios en su salud. La frecuencia con la que iba al
baño se alteraba pero, como muchas personas a su edad (siendo joven uno nunca
piensa que algo grave le estará pasando), optó por no darle trascendencia a los
síntomas. Sin embargo, pronto el dolor se volvió insoportable y comenzó a afectar su
vida cotidiana. «Venía sintiendo cambios, pero no consulté con el médico hasta que el
dolor comenzó a interferir en mis tareas diarias», cuenta.
Con este contexto decidió visitar a una gastroenteróloga. «Ella fue rápida y súper
humana. Tuve la consulta y me mandó a hacerme estudios», relata, destacando la
importancia de una detección oportuna. Esos análisis revelaron la presencia de un
tumor localizado en el recto (la ultima parte del intestino grueso). Como el tumor
estaba localmente avanzado (habia comprometido los ganglios linfáticos que rodean al
tumor), comenzó su tratamiento recibiendo quimioterapia y radioterapia.
Los resultados de este proceso resultaron ser positivos, aunque no lograron eliminar al
tumor en su totalidad. “Había quedado un puntito, algo tan pequeño que parecía hasta
imperceptible”, afirma y agrega: “Mi médica me recomendó operarme, pero la cirujana
de cabecera con la que me venía siguiendo estaba fuera del país. A raíz de esto
realicé interconsultas viendo a otro médico que me dijo que no era necesario
operarme. Fue así que volví a ver a mi médica de cabecera, le expliqué mi decisión de
no operarme y continué haciéndome estudios de rutina por si el tumor volvía a crecer”.
Al realizar quimio y radioterapia para un cáncer de recto localmente avanzado,
sabemos, basado en estudios internacionales, que hay un 20-30% de los pacientes
que tendrán una respuesta clínica completa, es decir, que el tumor desaparece y el
paciente puede optar por no operarse y realizar controles clínicos de seguimiento.
Esto continuó hasta abril de 2024, donde todo cambió. Durante una colonoscopía de
control durante el seguimiento, se diagnosticó un recrecimiento del tumor, es decir,
que el tumor había vuelto a aparecer. Estudios de imágenes confirmaron esto, y que el
tumor estaba solo localizado en el recto (sin tener afectación a distancia).
Con estos estudios, Matias fue derivado nuevamente al cirujano con el que se venía
siguiendo, pero este no le generaba suficiente confianza y Matias no sentía que fuera
lo suficientemente claro sobre como seguir ante esta situación.
Fue entonces cuando decidió realizar una segunda consulta con el Dr. Nicolás
Avellaneda, con quien Matías sintió de inmediato algo diferente. «Salí súper tranquilo y
confiado luego de la primera consulta que tuve con él. Su calidad humana, su
templanza, fue algo que no había experimentado con otros cirujanos», añade.
El Dr. Avellaneda le explicó cómo sería la cirugía, y a su vez pudo ver un video en la
página de internet del Doctor donde se explicaba el antes, durante y después de la
cirugía con mucha claridad. En ese momento Matías identificó que el procedimiento no
era igual a la que le habían planteado otros expertos. «La cirugía que conocía no la
quería, pero la que él me planteó era diferente. Me dio seguridad», asegura. Además,
revela que durante la consulta el doctor le dijo algo que quedó grabado en su mente:
«Me preparé toda la vida para hacer esto. Nosotros te vamos a cuidar». Estas palabras
fueron claves para afrontar lo que venía. «Fue escuchar lo que necesitaba. Algo
reconfortante, que nunca había transitado conscientemente», continúa.
Llegó el momento de la intervención, y esta fue un éxito. La cirugía se realizó por vía
mínimamente invasiva, y Matías estuvo internado 72 horas, luego de lo cual regresó a su casa, y a las 3 semanas habia vuelto a sus actividades habituales.
El informe de patología de la pieza quirúrgica confirmó que el tumor estaba limitado al recto, y que la cirugía había sido curativa. No necesitaba realizar ningún tratamiento complementario.
Tres meses después Matías se siente mejor que nunca. «Lo bien que me siento ahora
no tiene nombre», dice con una sonrisa. «Después de todo lo que pasé, que me digan
que estoy sano es fuertísimo», agrega emocionado, ya que el proceso no solo lo alivió
físicamente, sino también emocionalmente.
Matías nunca imaginó que atravesaría algo así, a pesar de haber acompañado a su
madre y a una tía en procesos similares. “Cuando te pasa a vos te das cuenta que uno
no tiene idea de lo que siente una persona hasta que lo vive en carne propia”,
reflexiona.
El camino fue duro, pero nunca perdió la esperanza. «Estaba tranquilo sabiendo que
estaba haciendo todo lo posible para que se resolviera mi situación. Siempre fui prolijo
con mis tratamientos, pero mi único ‘no’ era la cirugía», admite. Sin embargo, cuando
llegó el día de la operación, todo fluyó. «Cuando Avellaneda llegó relajado, con su
impronta, me puse en ‘modo avión’ y esperé que él hiciera su magia. Confié
plenamente en él, porque si no hubiera sentido esa confianza no me hubiera operado»,
añade.
Para terminar, Matías destaca que la calidez del Dr. Avellaneda fue clave, ya que “más
allá de la excelencia profesional, lo humano marca la diferencia». Hoy se siente
agradecido y comparte su experiencia con humildad, sin pretender dar lecciones, pero
recordando lo importante que es confiar en los profesionales que te rodean, escuchar
a tu propio cuerpo y no dejarse dominar por el miedo.
Por Luciana Ursino para Aries Consultora